La maldicion de Timur.




El Emperador Timur, también conocido como Tamerlán, fue en sus orígenes un guerrero mongol que vivió entre los años 1336 y 1405, y que conquistó extensas zonas de Asia central y occidental sobre las que asentó su imperio, el llamado Imperio Timurí, que se extendía entre el río Volga y el golfo pérsico, y entre los Dardanelos y el río Ganges, ocupando así los vastos territorios de lo que hoy son los Estados de Turquía, Siria, Iraq, Kuwait, Irán, Kazakstán, Afganistán, Rusia, Turkmenistán, Uzbekistan, Kyrgyzistan, Paquistán y la India. 
A su muerte, el cadáver de Tamerlán fue embalsamado con almizcle y agua de rosas, y más tarde envuelto con paños de lino. Después, el cuerpo fue introducido en un ataúd de ébano y enviado a Samarkanda, donde fue enterrado en el mausoleo Gur-e Amir, que aún hoy existe.





Allí permaneció el cadáver de Tamerlán durante más de cinco siglos hasta que, en 1941, una expedición rusa dirigida por el antropólogo Mijail M. Gerasimov llegó al mausoleo para exhumar el cadáver del Emperador, con el único propósito de comprobar, mediante el análisis de sus rasgos faciales, si, tal y como afirmaba la leyenda, Tamerlán fue un descendiente de Genghis Khan.

Sin embargo, antes de abrir la tumba, Gerasimov pidió autorización a Iossif Stalin, porque sobre la lápida figuraba una inscripción en la que podía leerse una maldición según la cual quien osase profanar el sepulcro del emperador mongol despertaría a los demonios de la guerra y, al cabo de tres días, el mismo Tamerlán regresaría de la muerte trayendo la guerra y la devastación consigo.

Finalmente, Stalin autorizó la apertura del sepulcro, cosa que se hizo el día 19 de junio de 1941. Las cámaras filmaron a un exultante Gerasimov levantando la calavera de Tamerlán y mostrándola con ademán triunfal, y la película de toda la operación fue enviada a Moscú para deleite de Stalin.

Pero el 22 de junio de 1941, tal y como había predicho la maldición, daba inicio la operación “Barbarossa”, la invasión de Rusia por el Tercer Reich.

Un año y medio después, el cuerpo de Tamerlán fue nuevamente enterrado en el sepulcro de acuerdo con los ritos islámicos, y, días más tarde, el VI Ejército alemán se rendía en Stalingrado.

En algunos escritos, se dice que las palabras exactas del emperador Timur fueron: "Cuando regrese de la muerte y mis pies vuelvan a tocar estas tierras que hoy abandono, el mundo temblara"





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