El Infierno es Gris (Parte I)



¿Cómo luce el infierno? ¿Creen que tiene llamas, acaso grandes montañas de fuego? ¿Creen que hay almas, a lo largo y ancho, almas malditas y condenadas a un sufrimiento sin fin? ¿Demonios?Aquellas imágenes pasaban por mi mente aquel día, en como se ve el infierno y pensé “Si, así se ve el infierno…” y de pronto una voz en algún sitio me dijo “No, el infierno no luce de esa manera. Sería demasiado acogedor”.
No entendía de quien era la voz, pero me era conocida. No le temía, pero… que voz tan maldita.
“No hay demonios en el infierno, todos han venido a esta tierra. ¿Sabes por qué? Tendrías que ver el infierno para saberlo”.
-¿Quién eres?-- le dije
-Hemos pasado una vida juntos, ¿Por qué ahora haces como que no me conoces? Eres ridículo, patético, y temeroso.-- me contesto
-No… creo saber quién eres, pero esta vez no te siento… en mí, ahora es como si estuvieras en otro lugar. Siempre he querido preguntarte algo…





""Durante mi vida había sido un niño solitario, un chico excluido, el tipo raro, la oveja negra de la familia. Pero en algún punto de mi infancia llegue a escuchar una voz; que me prometió victoria sobre los demás; una vida libre de sentimientos inservibles; un mundo donde solo yo importo; a cambio de la estancia en mi cuerpo y su dominancia, a cambio de insertar en mi espíritu el odio más grande y puro que el “frio” planeta y el “ardiente” infierno me pudieran dar.
La voz no me dijo que quería a cambio, solo menciono sus promesas, y el alma de ese pobre chico estaba tan débil y decaída que no pudo sin mas aceptar.
Y el niño murió, en ese instante, en esa fría noche.
La voz tuvo dominancia del cuerpo por un tiempo, y cuando mi alma “humana” hubo de despertar ya estaba contaminada. Era oscura y vil.
Todo el día, todos los días eran peleas, entre mi y la voz, que se había vuelto mi único amigo.
Mi demencia y desesperación crecieron a tal punto de alegar mi locura, pero aquella voz decía que no estábamos insanos. Entonces solo busque una explicación: era un demonio. O yo estaba loco, o dentro de mí habitaba un demonio; no habían más explicaciones.
¿Cómo un cuerpo puede soportar dos almas?
Por diversos eventos y personas que se cruzaron en mi desdichado destino, la voz se fue callando poco a poco, y mi ya maldita alma se aclaro lo suficiente para considerarme humano de nuevo.
Aunque en algún punto pensé que la voz se había ido, no, nunca se fue. Nunca se ira.
Alguna vez pensé que mate a ese “demonio”, y posiblemente así fue. ¿Cómo lo hice? Creo que lo mismo que contamino y ennegreció mi alma, la hizo fuerte, lo suficiente para matarlo. No sé si lo mate; pero de haber sido así su esencia se quedo en mí, como una centésima porción de lo que alguna vez fue. Pero la centésima parte del odio más puro existente, es como una pepita de oro. Pequeña, si, pero no por ello pierde sus propiedades y su pureza.
Yo era más fuerte, si. Lo encarcele, si. Estaba a mi merced, por fin, si. Pero seguía siendo una voz, que por más débil que se hubiera vuelto, por más que mate al original, era una voz que seguía ahí y que nunca se iría.
Pero esa noche fue distinto.
Se escuchaba como si nunca hubiera muerto, y por su procedencia de una manera en la que jamás la había escuchado.
Aunque sorpresivamente sus palabras no eran ni la porción más pequeña de lo ofensivas, frías, odiosas y arrogantes de lo que era antes.
Pero lo que de verdad me perturbo… la voz ya no estaba en mi cabeza.""

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